19 mar 2010

YA LO ADVERTIMOS. TURQUÍA NO HA CAMBIADO





"Unos 170.000 armenios viven en Turquía, de los cuales 100.000 están en situación irregular. Mañana,si es necesario, les desterraremos de nuestro país"

Recep Tayyip Erdogan.Primer Ministro de Turquía

16 de Marzo de 2010


Cualquier reclamación a los 100.000 ciudadanos de Armenia que viven ilegalmente en Turquía carece de fundamento. Podemos hablar de 12 a 14 mil ciudadanos armenios que viven en Turquía, de los cuales la gran mayoría reside legalmente en ese país. Pero no son el tema de discusión, sino la conducta de Turquía hacia ellos y, en particular, la respuesta de la comunidad internacional. O, mejor dicho, a ausencia de respuesta.

Cuando el líder del Partido para la Libertad de los Países Bajos, miembro del Parlamento, Geert Wilders declaró que era necesario expulsar a todos los inmigrantes ilegales del país, el mundo entero se enojó:  "¿Cómo nos podemos permitir hacer tal cosa? ¿Qué pasa con los derechos humanos?". Una respuesta muy correcta por cierto. ¿Entonces por qué el mundo se muestra mudo ante el gobierno de Turquía, después de una declaración similar del Primer Ministro Erdogan contra los armenios? ¿Tienen miedo a Turquía?  ¿Dónde están sus principios y los derechos humanos ahora?

De diez a doce millones de inmigrantes ilegales procedentes de América Latina viven actualmente en Estados Unidos. Estas personas no sólo están en el país ilegalmente, sino muchos también entraron en Estados Unidos de forma irregular. Sin embargo, a diferencia de los ciudadanos de Armenia que viven en Turquía, sus hijos tienen derecho a asistir a la escuela, y reciben importantes beneficios sociales del gobierno. En los países de la Unión Europea, a la que aspira Turquía sin descanso, hay de 8 a 10 millones de inmigrantes ilegales. Entre ellos hay cientos de miles de inmigrantes procedentes de Turquía. Una parte de éstos, a diferencia de los ciudadanos armenios que viven en Turquía, tienen su pan de cada día a expensas de los contribuyentes locales.

Varias fuentes indican que entre 1,5 y 3 millones de árabes viven en EE.UU. actualmente, ya sean de orígen o ciudadanos. Los datos son poco claros y muy dispares, porque una parte considerable de ellos se encuentran ilegalmente en el país. Cuando Estados Unidos fue atacado por los árabes el 11 de septiembre de 2001, ningún funcionario estadounidense hizo mención alguna de expulsar de EE.UU. a los árabes ilegales. La sociedad americana fue golpeada por el dolor, la violencia y la tristeza, pero el ataque organizado y llevado a cabo por los árabes no hizo pensar en la deportación de los árabes ilegales que viven en el país.

Imaginemos ahora la respuesta de la comunidad internacional si Bush hubiera decidido de repente, como resultado del ataque a su país, expulsar a los musulmanes ilegales de los EE.UU.. Ciertamente, "toda la humanidad progresista" organizaría manifestaciones anti-estadounidenses, protestas y discursos. Y habría tenido razón al hacerlo. Cada uno es responsable de sus acciones. Los tiempos de la represión en masa han pasado.

Para apreciar plenamente lo absurdo de la amenaza de Erdogan, vamos a considerar nuestras circunstancias. Armenia no ha atacado a Turquía. Los armenios no estrellaron un avión contra la Mezquita Azul o el mausoleo de Ataturk. Los armenios no han matado a 3500 turcos en el centro de Estambul, como hicieron algunos en el centro de Nueva York. Lo que pasado es que un grupo de ciudadanos de Estados Unidos y Suecia, la mayoría de los que en este caso son armenios de orígen, han logrado alcanzar, a través de medios completamente legales y civilizadados, la aprobación de algunas resoluciones sobre el Genocidio en diferentes órganos legislativos de EE.UU. y Suecia. No quiero ni siquiera referirme al contenido o naturaleza de esas resoluciones. Porque no tienen ninguna importancia en este punto. Lo importante es la respuesta de Turquía y la falta de una condena por parte de Europa o de EE.UU.. Armenia,por desgracia, ni siquiera tiene ningún papel que desempeñar en la aprobación de esas resoluciones, pero Turquía afila las uñas contra Armenia. Si Turquía está molesta con esas resoluciones, a pesar de que enojarse por la reafirmación de la verdad no tiene ningún sentido, que deporten de Turquía a los ciudadanos de EE.UU. y Sucia. ¿No se atreven? ¿O es que sólo saben despreciar a los armenios? ¿Así es como los turcos desean ser miembros de la Unión Europea y vivir en la misma casa que los alemanes?

Las palabras de Erdogan son medievales y tienen u hedor vengativo.

Ya lo advertimos: Turquía no ha cambiado.

Ara Papyan

Director del Centro de Estudios Sociológicos "Modus Vivendi"

17 de Marzo del 2010